Una mirada científica a la Inteligencia Artificial y el futuro del trabajo
Durante los últimos cinco años, el auge de la Inteligencia
Artificial (IA de aquí en adelante) ha resultado ser verdaderamente
asombroso. Desde robots y coches sin conductor con un gran nivel de
sofisticación, hasta un amplio abanico de técnicas “ocultas” que
utilizan la IA… y se considera que este mercado experimentará un crecimiento exponencial. Según un nuevo informe de la empresa de estudios de mercado Tractica [1], es probable que crezca desde los actuales 643,7 millones de dólares estadounidenses hasta alcanzar 36.000 millones de dólares estadounidenses en 2025. Esto
supone que, a lo largo de dicho periodo, este mercado se multiplicaría
por 57. No obstante, esto no es más que el principio…
Durante los últimos cinco años, el auge de la Inteligencia
Artificial (IA de aquí en adelante) ha resultado ser verdaderamente
asombroso. Desde robots y coches sin conductor con un gran nivel de
sofisticación, hasta un amplio abanico de técnicas “ocultas” que
utilizan la IA… y se considera que este mercado experimentará un crecimiento exponencial. Según un nuevo informe de la empresa de estudios de mercado Tractica [1], es probable que crezca desde los actuales 643,7 millones de dólares estadounidenses hasta alcanzar 36.000 millones de dólares estadounidenses en 2025. Esto
supone que, a lo largo de dicho periodo, este mercado se multiplicaría
por 57. No obstante, esto no es más que el principio…
Una mirada al pasado para adivinar el futuro de la IA
Antes de continuar, resulta importante situar el desarrollo de la IA
en perspectiva histórica. Prácticamente, la IA es una tecnología
reciente: hace solo 60 años que se acuñó dicha expresión.
Durante aproximadamente 30 años me he dedicado a investigar en IA y he
impartido clases sobre la materia. Pero cuando comencé, era un tema
prácticamente desconocido. Muy poca gente había oído hablar de la IA. La
idea de la inteligencia de máquinas siempre me resultó fascinante, pero
nunca esperé ver lo que está sucediendo en IA a lo largo de mi propia
existencia. He mantenido interesantes debates con diversos colegas sobre
cuestiones tales como “¿pueden pensar las máquinas” o “¿es posible que alguna vez una máquina alcance un nivel de inteligencia humana?”
Pero entonces parecían cuestiones de interés académico ya que la
comunidad de IA aceptaba ampliamente que, en el mejor de los casos, la
posibilidad de que las máquinas alcanzaran un nivel de inteligencia
humana estaba a siglos de distancia. Otros pensaban que simplemente era
imposible. Ahora, muchas personas pertenecientes a la comunidad de la IA
piensan de manera muy distinta.
¿Qué es lo que ha cambiado? En primer lugar, el hardware continúa mejorando según lo establecido en la ley de Moore.
Esta afirmación fue realizada hace aproximadamente 50 años por uno de
los fundadores de la corporación INTEL, Gordon Moore. Moore cayó en la
cuenta de que el número de transistores en un circuito integrado
se duplicaba cada año, lo que implicaba que la potencia de
procesamiento se duplicara cada 18 meses. Para situar estos
datos en perspectiva, esto significaría que la potencia informática que
tiene un teléfono inteligente de la actualidad supera la potencia de
procesamiento total que empleó la NASA durante las misiones Apolo de
exploración lunar. En segundo lugar, el software que se utiliza ahora en IA ha experimentado un “salto cuántico” en los últimos años.
La generación anterior, o antigua IA, se centraba en la imitación del
pensamiento… Como afirmé en mi artículo OpenMind [2], la antigua IA
consiguió ciertos triunfos pero su principal desventaja radicaba en sus
dificultades en relación con el aprendizaje. La nueva IA utiliza redes
neuronales que intentan imitar las neuronas biológicas cerebrales. Como sostengo en uno de mis artículo anteriores [3],
la generación más reciente de estas redes está produciendo resultados
asombrosos a la hora de aprender sin supervisión. Como ejemplo muy
reciente, cabe citar el caso de AlphaGo Zero, el sistema de IA lúdico creado por DeepMind,
que ha logrado derrotar al mejor programa informático para jugar
ajedrez del mundo, habiendo aprendido por sí solo a jugar sin
supervisión en aproximadamente cuatro horas y sin tener acceso a
conocimiento empírico humano alguno sobre el juego
Comentarios
Publicar un comentario